A 20 años de la llegada de la nueva era digital, luego de la supervivencia a un “fin del mundo”, con la entrada al ya no tan nuevo milenio, empezar la década del 2020 con una pandemia y el hecho de cambiar nuestro día a día a una vida virtual, se hace presente la hiper exigencia de cambios como común denominador alrededor del mundo.
Esa hiper exigencia ha llegado también al ejercicio del Derecho; el cambio ha sido acelerado e inminente, podemos notarlo en la aplicación de las tecnologías para la impartición de justicia, la implementación de software en un despacho de abogados, el incremento exponencial del comercio electrónico, la necesidad de protección a nuevos sujetos y formas de relacionarnos, sólo por mencionar algunas repercusiones tangibles.
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Abordando este cambio de paradigmas
desde los negocios y por supuesto la asesoría jurídica para éstos, los
abogados especialistas en Derecho de la Empresa tenemos un gran reto: elegir entre
la práctica meramente tradicional y ‘probablemente quedar en el rezago’ o
fluir con el futuro en una práctica dinámica y empática.
La industria 4.0 requiere innovación en la prestación de servicios legales,
respetando los principios fundamentales.
Esta era nos está demandando actualización constante, diversificación de pensamiento, creatividad, apertura y elasticidad de lo más importante: el criterio jurídico.
La disrupción nos reta e impone nuevas pautas para los perfiles de los abogados internos, nos permite desempeñar un papel de mayor relevancia. El rol estándar que un Inhouse juega, ya no sólo consiste en velar por los intereses de la empresa al realizar cada proceso legal con la debida diligencia, sino también conocer el producto de su cliente, generar estrategias para su cumplimiento legal, acompañar, proponer, considerar riesgos y oportunidades acorde a las situaciones actuales integrando y explorando las nuevas tecnologías.
¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo?
En cualquier sitio, literalmente el Derecho está en el aire, está en todo lugar, siendo business lawyer puedes prevenir y ser partícipe en múltiples aspectos… Siendo curioso, ocupando herramientas tecnológicas para concentrarte en actividades que agreguen valor a tus funciones, mantente vigente, pregúntate qué hay de nuevo en el comercio electrónico, lee sobre el ecosistema legaltech, adéntrate en la regulación de criptoactivos (¿Sabías qué el bitcoin en El Salvador es una moneda de curso legal?), proponiendo contratos inteligentes, en su caso medios alternativos de solución de controversias, implementando buenas prácticas de la firma electrónica, conociendo el blockchain, estructurando el gobierno corporativo de tus clientes. Empápate de propiedad intelectual, protección de datos personales, opciones hay.
Y respecto al cuándo… Desde ayer.
Este nuevo perfil, además de los ya conocidos requisitos indispensables, precisa ser un profesional creativo, que cuente con competencias tecnológicas, inglés avanzado, que sea negociador, excelente actitud, conocimientos multidisciplinarios firmes, que sea capaz de proponer vehículos legales flexibles y ágiles; que sea facilitador de soluciones, dispuesto a la transformación digital y simpatizante de las nuevas tecnologías, cercano a los usuarios y sus necesidades, orientado al negocio, atento a los detalles.
¿Qué más añadirías?
¿Cubrimos el perfil? ¿Y si no?
Probablemente vengan a nuestra mente diversas características para el listado,
no obstante, la esencia es lo relevante:
el ser humano tiene la capacidad de reinventarse y adaptarse. No hay límites en
este tema, no hay mínimo o máximo de edad o experiencia, no hay disciplinas
exentas a la evolución.
Recientemente en el universo jurídico ha surgido el concepto liquid lawyer (abogado líquido) justamente para denominar al abogado que cubre este nuevo perfil, aquel que además de ser flexible, adaptable a diferentes y cambiantes realidades, pueda trabajar vía remota, presencial o en modelo híbrido, que se sienta cómodo empleando las diversas herramientas tecnológicas de las que podría disponer, que considere datos y métricas para la toma de decisiones y que además todo esto lo haga creativamente. De tal suerte que, el nuevo perfil del abogado de empresa no prevé el futuro, atiende el hoy.
En definitiva, la “selección natural” ha llegado al Derecho, y en nuestras manos está la supervivencia, mediante elementos diferenciadores, apostemos a la formación continua e integral, por una práctica legal y vanguardista que sume a esta revolución.
Diplomado Derecho Empresarial https://www.acatlan.unam.mx/index.php?id=1207 y https://www.acatlan.unam.mx/cei